INEVITABLE

Un pasillo ineludible

INEVITABLE

Eran las 9:00pm.

En ese momento descubrí que mi llegada era inevitable. No habría importado si me retrasaba, Beatriz siempre iba a terminar en posición fetal en medio del corredor.

Ahora que reviso la fotografía y la comparo con su cadáver, descubro que su posición en la foto corresponde a la de sus últimos segundos de aliento y, como supuse, la mancha oscura que no se distingue claramente, corresponde con el charco de sangre que ha dejado su cuerpo.

Hace tres semanas cuando compré la cámara, sólo tenía la curiosidad de hacer un curso de fotografía con mi amigo Esteban y tal vez aprovecharla para las próximas vacaciones, él ya tenía una y se deleitaba mostrándonos las fotos de sus viajes. Siempre nos decía que era más sencillo aprender fotografía con una digital, de hecho, él mismo dictaba cursos y nos invitó varias veces.

Yo nunca pude asistir a ningún taller, pero Beatriz sí. Siempre llegaba feliz y decía lo sencillo que era. Esteban le prestaba una digital y luego una convencional para que experimentara el proceso de revelado y comparara la calidad de las imágenes, Beatriz se entusiasmó tanto con aquello que olvidó las asperezas que nos habían desgastado en los últimos meses.

Cuando me mostró las fotos que tomaron en un lago en su última sesión me entusiasmé y compré una cámara digital, una modesta, para principiantes. Hace tres semanas de eso y recuerdo que ese mismo día la probé y capturé imágenes de toda la casa. Lo curioso es que, al descargarlas en el computador, noté que las fotos eran distintas: Los muebles de la sala parecían estar fuera de posición, la luz era más opaca de lo que creí y el gato que dormía en el sillón no aparecía. Supuse en ese momento que eran errores de novato, pero los días posteriores también obtuve fotos alteradas.

Descubrí el problema a la semana siguiente, cuando hallé la forma de imprimir la fecha en las fotos, retomé la de la sala y la imprimí con la fecha en una esquina, decía: 05/02/2004 6:36pm. Esto me inquietó porque yo recuerdo haberla tomado a media tarde, revisé otras, también noté discrepancias con la hora, luego tomé una foto del escritorio del estudio y la imprimí de inmediato. La fecha indicaba: 17/02/2004 8:50pm, yo tenía en mi reloj las 6:50pm. Yo lo habría considerado sólo una falla de configuración, si en la foto no hubiese aparecido una jarra de cerveza que no estaba en el escritorio. Fui hasta la sala y le expliqué a Beatriz lo que acababa de pasar, a ella le pareció curioso, pero no me hizo mucho caso. “Lo que pasa es  que tu cámara toma fotos del futuro” dijo ella burlándose. Llamé a Esteban para explicarle: “Anda a la tienda a ver qué te dicen” me recomendó. Luego me comuniqué con el local, ellos me pidieron que tomara varias fotos y les llevara la cámara.

Así hice y cuando las descargamos en el computador de la tienda, pudimos apreciar la discrepancia en la hora de las fotos, todas tenían dos horas de adelanto. Sin embargo, una de las imágenes nos enmudeció. Era el pasillo que daba a mi habitación, estaba oscuro, pero se distinguía el cuerpo de una mujer en el piso, desnuda, con una mancha opaca que se extendía alrededor de su torso. Era Beatriz sin duda, la fecha en el margen de la foto: 17/02/2004 9:00pm. Salí disparado de la tienda y manejé como un desquiciado hasta la casa, todo el  tráfico del mundo se puso frente a mí; los autos se desplazaban con la parsimonia de un rebaño de elefantes.

 Eran las 8:50pm cuando llegué a la casa: las luces apagadas, mi temor a un asaltante me hizo ir directamente al estudio, tomé el arma que guardaba en una gaveta del escritorio y ahí estaba la jarra de cerveza, exactamente como había aparecido en la foto, corrí por las escaleras. ¡Beatriz! Grité mientras subía a zancadas. Cuando llegué al pasillo, ella salía desnuda de la habitación, tropecé con un mueble y caí al piso. Quise tomarla en brazos mientras me levantaba pero ella se apartó, mirando hacia la oscuridad del corredor. Entonces vi a Esteban saliendo del cuarto, con una sábana envolviéndolo a medias.

Recuerdo vagamente sus rostros compungidos, “fue sólo un impulso, nos dejamos llevar” y otras explicaciones que se ahogaron en los bramidos de mi arma. Ella cayó en el corredor y Esteban en el cuarto.

 Eran las 9:00pm.

Javier Domínguez

Publicado por Javier Dominguez

Escritor, siempre en formación.

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